Primero Noticias, Primero tu imagen. Y tú, Santiago, primero borrado

                                                                                                                                                            Política

Eduardo Rodríguez Soto

 

Borrón y cuenta nueva fue la fórmula que Televisa le propuso a Santiago Creel, presidente de la Cámara alta, para resarcir el “error técnico” que cometió la televisora cuando el 2 de julio pasado desapareció, literalmente, la cara del senador en una imagen que ilustraba la nota de uno de los debates de la reforma energética, transmitida en Primero Noticias.

A través de una carta Grupo Televisa lamentó el incidente, el cual, asegura, trastocó sus criterios éticos y editoriales, pero informó que para nada se trató de censura y con el objetivo de enmendar su error, Carlos Loret de Mola, conductor del noticiario, invitó al legislador panista a una entrevista en el estudio.

De este modo, en el noticiario en que se invita a participar a los televidentes para que funjan como reporteros ciudadanos y denuncien “anomalías” o presenten imágenes “sorprendentes”, sorprendente y anómala fue la acción de desaparecer al presidente del Senado, lo cual refleja, a Perogrullo, un acto de veto y chantaje de la televisora. Los pecados de Creel: cuestionar la Ley Televisa, apoyar la Reforma Electoral e impulsar los trabajos del Grupo Plural para la creación de una nueva ley de medios, la cual, pondría en serios riesgos los intereses de las televisoras.

En días posteriores, Creel Miranda confesó públicamente, en entrevista con Carmen Aristegui (CNN en Español), que la remoción de su cargo como representante de la fracción parlamentaria del PAN en el Senado, se debió, primordialmente, por el veto que le impusieron las televisoras. “Tu conflicto con las televisoras ha pesado en mi dedición para cambiar al coordinador”, le dijo el presidente de su partido, Germán Martínez Cazares, la noche del 10 de junio pasado. Además, sostuvo el senador, sería obvio que tras la decisión de Martínez Cazares estuviera la aprobación del presidente Calderón.

Santiago había callado. Ni confirmaba ni negaba las conjeturas, los rumores de que las dos televisoras más grandes del país habían pedido su cabeza y que Acción Nacional la había concedido, apegándose a los criterios del poder fáctico que dichas empresas representan en la sociedad mexicana.

A decir del presidente de la Asociación Mexicana de Derecho de la Información (AMEDI), Javier Corral Jurado, el principal problema es el “apantallamiento” bajo el que está sometida la clase política al “sobredimensionar” el hecho de que “quien se pelea con los concesionarios de la televisión, no aparece en las pantallas, y político que no aparece en televisión, no existe en política.”

Mientras Santiago en Televisa simplemente no aparecía, en TV Azteca, a decir del periodista Miguel ángel Granados Chapa, “aparecía de la peor manera”, mezclando verdades y mentiras dichas a medias, en una despreciable manipulación de la información. Esta televisora echó mano de sus virtudes histriónicas informativas y de su periodismo de altura, y en una heroica corretiza que por los pasillos de la Casona de Xicoténcatl le dieron a Creel, le preguntaron: “¿Por qué negó la paternidad de Constanza? ¿Con qué dinero se compró una casa en las Lomas de Chapultepec? ¿Con qué trasfondos concedió permisos a Televisa para operar casas de juego cuando era secretario de Gobierno?” Preguntas asestadas, según, para ejercer el derecho a la información al que tiene derecho el ciudadano/televidente. Grandioso.

No hay más. La generalidad de la clase política hace que tengamos un Estado débil, un Estado mangoneado por poderes fácticos que estarán siempre dispuestos  a defender sus intereses y a atacar a quienes pretendan cuestionar sus modos o formas. El poder que tiene la televisión mexicana sirve entonces para manipular, para chantajear, para crucificar y, ultimadamente, para borrar.